PAISAJE DIBUJADO.
Pablo Milá y Fontanals, “Civita castellana”, 12 agosto 1835.
La nueva sensibilidad romántica reconocía que cada apunte creado por una impresión directa del artista era susceptible de catalogarse como obra de arte. La consecuencia será un nuevo enfoque del paisaje, que se presentará con una capacidad más libre para transmitir emociones. Dejará de ser un género menor para ser un motivo con posibilidades para expresar sentimientos personales. Por primera vez se representan sensaciones momentáneas, una facultad impensable en el marco de la pintura académica incluso después de haber asimilado el retorno a la naturaleza que promovieron filósofos ilustrados como Rousseau. Los motivos mitológicos creaban fatiga entre los jóvenes artistas. Se buscaba una pintura con carga emocional, un modelo artístico con más humanidad.
En España la pintura de paisaje evolucionó desde planteamientos clasicistas, herederos del barroco, hacia la autoconciencia del hombre particular. A partir de 1824, fecha en que se crea la clase de paisaje y perspectiva en la Escuela de la Lonja a cargo de Pablo Rigalt (1778-1845), la enseñanza artística sufre una gran renovación en cuanto a sus métodos e intenciones. Se pasó de la concepción del mundo y la naturaleza ilustrada, hasta hacer viajes por Cataluña para pintar lugares pintorescos, algo que era muy novedoso. Marcharse al campo con sus alumnos para dibujar vistas y levantar planos en escenarios naturales era un gesto poco común. La relación directa con la naturaleza era innovadora. En Barcelona, el paisaje ya no se copiará de láminas de grabados ya que él maestro optará por dar protagonismo a la espontaneidad de la inspiración directa.
Estamos ante la práctica individualista del romanticismo. A partir de ahora las vistas paisajísticas recibirán tratamiento de género independiente, con importancia por sí mismo y no subordinado a otras representaciones mayores. La generación purista planteó el paisaje en términos novedosos por la técnica empleada que casi siempre será el dibujo, bien sea a lápiz o a pluma combinados con aguada. Los paisajes dibujados o solo abocetados tenían capacidad de expresión instantánea unida íntimamente con el alma del artista. En sus viajes de una a otra ciudad de Italia y en lo alrededores de Roma, tuvieron bastantes oportunidades de observar con detenimiento el paisaje externo de campos y montañas y, al propio tiempo, el paisaje interno de emociones y sentimientos.
En mi opinión Pablo Milá y Fontanals fue la personalidad que más influyó en el cambio de percepción paisajística por varias razones. En primer lugar, es el artista de más edad del grupo y ello le confería madurez personal y artística. En segundo lugar es el artista que dibuja con más frescura bocetos que han llegado hasta nuestros día en gran cantidad y no son simples experimento, sino investigaciones serias. Por último es el único artista que retornó unos meses a Barcelona para volver a viajar a Italia, y comprobó con sus propios ojos el estado lamentable en que se encontraban las bellas artes, siempre supeditadas al criterio de la Academia de San Fernando. Entre 1835 y 1841 era el artista que tenía la certeza de cuáles eran las exigencias del público, las opiniones de la crítica y los métodos de enseñanza. Debido a su actitud crítica, era el pintor que se había liberado de reglas convencionales y que más claro tenía cómo había de ser la reacción contra la cultura oficial. En Roma, los románticos aprendieron de sus maestros alemanes las posibilidades que el dibujo les ofrecía como nuevo método de expresión. La renovación de la pintura de paisaje lo convertía en paisaje dibujado, ya no paisaje pintado en sentido estricto. La relación con el paisaje se producía en libertad, en paz, silencio e intimidad. La sutileza e inmediatez del dibujo favorecía la representación de estados de ánimo menos heroicos y más sutiles.
La Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi conserva una buena colección de dibujos y bocetos de Pablo Milá y Fontanals. Los esquemas hechos a lápiz resultan imágenes inmediatas, realizadas con espontaneidad para tener recuerdos de lo visto. Esos numerosos dibujos hablan de la sensibilidad de un muchacho que está descubriendo la historia, la arquitectura, y no se fija en los modelos del clasicismo. Se puede seguir a la perfección el itinerario artístico de este joven artista que había viajado hasta Italia para acercarse a las grandes obras de Rafael, de Leonardo, de los renacentistas y de los pintores del quatrocento. Cada apunte proviene de una impresión directa del artista por rincones de Venecia, Padua, Siena, Asís…, en una gira que hizo con Claudio Lorenzale. Con la libertad de movimientos que le daba no estar sometido a los debidos encargos de la Escuela de la Lonja, puesto que no era pensionado, Milá pasó todo el verano de 1836 en Florencia en compañía de Espalter.
En España, el paisaje sobre el que se posaron los ojos de Pablo Milá fue evolucionando desde vistas dibujadas con predominio de elementos naturales (árboles, montañas, ríos) hacia bocetos donde empiezan a aparecer arquitecturas ojivales, en recuperación de lo medieval. Sus paisajes rehúyen de la grandilocuencia académica. Antes al contrario, significan la revalorización de aspectos menudos, de una pequeñez que hasta entonces se había considerado insignificante como para incorporarla al arte. Este es el caso de la imagen que nos ocupa. Milá no ha tenido ningún reparo en hacer un encuadre compositivo con un paraguas que aparece en primer plano mientras al fondo se intuye un puente/acueducto. Es uno de los paisajes dibujados más atrevidos que del artista se conservan, si tenemos en cuenta que está fechado en 1835. Indudablemente el toque de modernidad de Milá y Fontanals radica en que es un pintor que hace dibujos siguiendo solo los dictados de su voluntad, obedeciendo a un gusto muy personal y fijándose en aspectos parciales, algo que en nuestro país era poco común.
2 respuestas
Me ha encantado tu artículo.
Busco mas dibujos de este autor porque es un deleite admirar su sensibilidad.
Gracias, Matilde por descubrírmelo.
Que decirte Matildita, que me enseñas mucho y con tanta precisión y sencillez… que no me canso de leerte y esperar otro articulo, a cada cual mejor