LISTAS, GUAPAS Y LIMPIAS.
Anna Pacheco
Existe en nuestros días la tendencia a mitificar la juventud. Emprendedora, valiente, atrevida, deslenguada son algunos de los adjetivos que adornan a esta etapa de la vida. Escribir una novela con estos ingredientes, solo con intención de provocar, produce sonrojo porque la convierten en un libro mediocre.
La población que se encuentre en el período de la juventud tendrá motivaciones y explicaciones para su desencanto vital. Los demás humanos, en edades variadas, los verán como personas sin más mérito que la escasa edad o insuficiente juicio o limitada sensatez. Sobrevalorar la juventud tiene muchos peligros. El mayor de ellos reside en darle importancia. Es muy necesaria la voluntad de definirse. La búsqueda que caracteriza a los jóvenes/adolescentes los lleva a una revisión del mundo circundante, pero es muy arrogante pretender que todo el mundo se debe observar según esos criterios. Es presuntuoso, es insolente definirse como relevantes. No debería haber una edad más creída que otra. Se dirá que cada período del ser humano tiene sus orgullos, sus intereses, sus memorias. Estamos de acuerdo. Por eso mismo, no todas las edades hacen de ello una categoría cultural.
Loa millennials nacidos entre 1980 y 2000, también llamados Generación Y, son los primeros nacidos con ordenadores e Internet y acaso de ahí provenga la banalidad de la información que la novela recoge. El libro de Pacheco fue editado por Caballo de Troya y, para mayor sorpresa, lleva 6 ediciones. Si solo fuese una historia (mal)contada desde la perspectiva de una joven que empieza la universidad y se encuentra desubicada, no nos ocuparíamos de ella. Escribo sobre este libro porque tiene la osadía de representar los valores de la generación joven. La autora escribe sobre el descontento y comunica los sinsabores de su generación, pero en el libro reina la ausencia de crítica/pensamiento, el costumbrismo de grandes superficies comerciales, la normalización de lo vulgar, y la pobreza del argumento. Produce falta de interés, hasta el bostezo, el feminismo sobreactuado de pajas y orgasmos fáciles, esa tendencia de falso empoderamiento femenino. Es inaudita la poca concreción literaria demostrada en la dispersión de los caracteres y el parloteo constante y sin sentido en los diálogos. Lo peor de todo sería que los editores pensasen ilustrar al público con un retrato generacional que no comprendemos. Alentar este tipo de literatura supone responsabilizarse, en parte, del bajo nivel cultural de la generación a cuya lectura va destinada. No todo es publicable, señores de la industria editorial, por muy comercial que sea.
La primera novela de una joven periodista es susceptible de ser mejorable. Los lectores tenemos derecho a pensar que está sobrevalorada. En Lecturas errantes aconsejamos leer más, mucho más.
3 respuestas
Totalmente de acuerdo
Gracias
Gracias