VIRGEN DE LA MOSCA.

 

Una de las fuentes documentales para conocer el período histórico de los Reyes católicos es el relato de Thomas Münzer, que recorrió la península ibérica junto a otros tres jóvenes de Nüremberg entre 1494 y 1495. El manuscrito se conserva en la biblioteca de Múnich y se conoce como Itinerarium sive peregrinatio per Hispaniam, Franciam et Alemaniam. Sabemos por la descripción de este alemán que la corte itinerante española no tenía como modelo a Florencia sino a los reinos del norte de Italia e incluso del norte de Europa. En los reinos hispánicos perduraba lo gótico en arquitectura (catedral de Gerona, Lonja de Mallorca) y se adoptó el estilo flamígero antes que el italiano del quattrocento. Los reyes y las familias nobles ejercían de mecenas y, a falta de una sociedad cortesana como Borgoña, la mayor parte de las obras de arte decorativas que se encargaban eran religiosas; también se definían como suntuarias, pero siempre para el ámbito de la Iglesia.

Isabel la Católica era una mujer extraordinaria para su época: culta, dotada de una sensibilidad refinada, gran lectora y promotora de proyectos intelectuales importantes como fue el caso de la Gramática de la lengua castellana, de Nebrija, quien dedicó la obra a la reina como manifiesto de la nueva cultura humanista. La reina española fue también coleccionista de arte y protectora de artistas, en especial de los flamencos. Juan de Flandes era uno de sus favoritos, era su pintor de corte. Pintó el famoso retrato de Isabel por el que conocemos con seguridad las facciones de la reina ya que lo pintó del natural en 1500-4. Se conserva en las Colecciones Reales de Madrid. Cuando Carlos V casó en 1526 con Isabel de Portugal los acompañaba el embajador de Venecia. El nuevo rey se convirtió también mecenas y poco a poco fue penetrando el modelo italiano del renacimiento que convivirá con lo islámico -de fuerte presencia- y lo medieval. Sin embargo, el poder de la Iglesia era todavía muy potente y la intensidad religiosa se dejaría ver en todos los aspectos de la vida cortesana, civil y caballeresca.

La “Virgen de la mosca” es una tabla anónima, pintada a principios del siglo XVI, que se conserva en la colegiata de Toro, en Zamora, y que demuestra la continuidad del gusto flamenco en el arte de nuestro país. La composición presenta al grupo de la Virgen con el Niño, santa Catalina, María Magdalena y san José. La figura masculina se ciñe a la iconografía del santo que en el concilio de Constanza le atribuía cincuenta años y, por lo tanto, muestra actividad intelectual por lo que aparece leyendo la Biblia. Santa Catalina es una joven principesca coronada que muestra un libro en el regazo que, al principio, se identificó con la propia reina Isabel; el aspecto físico de cabellos rubios, tez blanca y ojos claros podría haber inducido al error, pero por la fecha en que está datada la obra (hacia 1520) es imposible que corresponda a la fisonomía de Isabel, como ya dejó representada Juan de Flandes. María Magdalena no aparece con su tradicional melena larga con la que secó los pies de Cristo, pero sí tiene junto a ella su atributo iconográfico, el tarro de los óleos con los que ungió los pies de Jesús. Las dos figuras centrales son la Virgen Madre con el Niño en el regazo, entronizados en un escenario arquitectónico y con el gesto de ofrecer una manzana, símbolo del pecado, a Magdalena, quien según el evangelio llevaba una vida disoluta. La Virgen se parece a las de Gerard David en los detalles de las manos y el rostro, y además los pliegues de los ropajes son todos muy geométricos como era el gusto flamenco. El cuadro se completa con una arquitectura al fondo, a la izquierda, en cuyo tejado curvo aparece una imagen alada en el centro mientras que a los lados hay escenas de la vida de Caín y Abel y una representación mitológica de la lucha de Hércules con el león.

El conjunto rezuma aire hispanoflamenco por el detallismo casi miniaturista, por el color, por los volúmenes equilibrados y los pliegues quebrados que ya he comentado. En torno a esta obra pervive el misterio de saber quién la pintó y cómo llegó a España. Se ha atribuido al maestro de Segovia y a Michael Sittow, artistas cercanos a la corte hispánica, pero ha quedado como simple conjetura. Lo que sí sabemos con certeza, gracias a los estudios de rayos -x e infrarrojos que se hicieron en los años sesenta, es que la mosca que da nombre al cuadro fue un repinte posterior, pero también se desconoce el motivo de su colocación sobre la rodilla izquierda de la Virgen. ¿Se consideraba un talismán mágico o un emblema esotérico? Quizá más adelante aparezcan certezas documentales para explicar los misterios de esta bella tabla cuya finura y exquisitez están fuera de toda duda.

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Un comentario

  1. Matilde, me ha encantado esta entrada. No conocía el cuadro y el detalle de la mosca es una anécdota que lo va a hacer inolvidable para mí.
    Muchas gracias.

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